La
leyenda del loco
Pedrito convertido en un pequeño pajaro. |
Pero
un día cuando los padres fueron a la chacra a buscar un poco de maíz para el
chancho, Pedrito aprovechó la oportunidad para concretar su sueño. Para ello,
subió en lo más alto de la guayaba y se arrojó creyendo tener alas. Cuando sus
padres estuvieron de nuevo, lo encontraron semimuerto y envuelto en sangre.
Inmediatamente lo llevaron a la curandera y ella pudo salvarlo de la muerte.
Cuentan que esa mujer tiene contacto con el padre de la muerte, conocido como San La Muerte. Aclaremos que en
las colonias muchos son devotos del mismo y le rinden culto seriamente. Lo
bueno, y dejando de lado esta creencia, es que Pedro pudo salvarse.
Así
pasaron varios años y pareciera ser que nuestro Pedro estaba curado de esa
locura. Ya no subía a la planta de
guayabas, ni a la de Níspero y mucho menos a la de mandarina. La última vez que
subió a las alturas, lo hizo subiéndose al techo pero sin arrojarse de ahí.
Cada día hacía lo mismo. Subía al techo del gallinero, se sentaba y miraba la
entrada del sol. Juana, su madre, en agradecimiento a san la muerte por haber
salvado a su hijo le encendía dos velas rojas por día, y su padre Isidro se
metió debajo de la piel una pequeña imagen del padre de la muerte.
A
pesar de tanta fe en san la muerte, la desgracia pudo presentarse. Cuentan los
vecinos que estando Pedrito sentado mirando la entrada al sol, se resbala y cae
al vacio desnucándose. Para peor sus padres no estaban en la casa, sino había
salido a vender leche de vaca para ganarse unos pesitos y así comprar la mecha
para el lampiu. Cuando regresaron, eso de las siete de la tarde, encontraron a
su hijo que yacía muerto al costado del gallinero con la cabeza colgando a sus espaldas. Grito de desgracia y
llanto desconsolado hicieron eco en ese rancho alejado de todo. Impotentes, los
padres de Pedro fueron en busca de la curandera, pero ella nada pudo hacer.
Dicen
que en el día del velorio, cerca de las siete de la tarde se escuchó pasos
sobre el techo del gallinero y también se pudo ver a las gallinas revolotear
por todos lados, los gallos cacareaban
nerviosos y las gallinas se agrupaban bien asustadizas como si algo las
acechara.
Hoy
en día los vecinos que viven en las colonias cuentan que cada vez que pasan
cerca de la casa de los López escuchan pasos sobre el techo del gallinero, y
además que logran ver a un pequeño pájaro posado en la punta del caballete de
la casa emitiendo un canto muy melancólico. Todos los habitantes del barrio
Lujan aseguran que es Pedrito transformado en ave, ya que tupa lo tuvo
compasión y le concedió el sueño de volar.
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