sábado, 27 de octubre de 2012


La leyenda del loco

Pedrito convertido en un pequeño pajaro.
Él se llamaba Pedro apodado como el loco, por el simple hecho de querer volar como un ave. Cuentan algunos vecinos que desde muy pequeño  él intentó cientos  de veces arrojarse de las alturas. Pero como ya había perdido a uno de sus hermanitos por treparse a los árboles, andaban detrás de él como una sombra y así evitar otra semejante desgracia.

Pero un día cuando los padres fueron a la chacra a buscar un poco de maíz para el chancho, Pedrito aprovechó la oportunidad para concretar su sueño. Para ello, subió en lo más alto de la guayaba y se arrojó creyendo tener alas. Cuando sus padres estuvieron de nuevo, lo encontraron semimuerto y envuelto en sangre. Inmediatamente lo llevaron a la curandera y ella pudo salvarlo de la muerte. Cuentan que esa mujer tiene contacto con el padre de la muerte,  conocido como San La Muerte. Aclaremos que en las colonias muchos son devotos del mismo y le rinden culto seriamente. Lo bueno, y dejando de lado esta creencia, es que Pedro pudo salvarse.

Así pasaron varios años y pareciera ser que nuestro Pedro estaba curado de esa locura. Ya no  subía a la planta de guayabas, ni a la de Níspero y mucho menos a la de mandarina. La última vez que subió a las alturas, lo hizo subiéndose al techo pero sin arrojarse de ahí. Cada día hacía lo mismo. Subía al techo del gallinero, se sentaba y miraba la entrada del sol. Juana, su madre, en agradecimiento a san la muerte por haber salvado a su hijo le encendía dos velas rojas por día, y su padre Isidro se metió debajo de la piel una pequeña imagen del padre de la muerte.

A pesar de tanta fe en san la muerte, la desgracia pudo presentarse. Cuentan los vecinos que estando Pedrito sentado mirando la entrada al sol, se resbala y cae al vacio desnucándose. Para peor sus padres no estaban en la casa, sino había salido a vender leche de vaca para ganarse unos pesitos y así comprar la mecha para el lampiu. Cuando regresaron, eso de las siete de la tarde, encontraron a su hijo que yacía muerto al costado del gallinero con la cabeza  colgando a sus espaldas. Grito de desgracia y llanto desconsolado hicieron eco en ese rancho alejado de todo. Impotentes, los padres de Pedro fueron en busca de la curandera, pero ella nada pudo hacer.

Dicen que en el día del velorio, cerca de las siete de la tarde se escuchó pasos sobre el techo del gallinero y también se pudo ver a las gallinas revolotear por todos lados, los gallos cacareaban  nerviosos y las gallinas se agrupaban bien asustadizas como si algo las acechara.

Hoy en día los vecinos que viven en las colonias cuentan que cada vez que pasan cerca de la casa de los López escuchan pasos sobre el techo del gallinero, y además que logran ver a un pequeño pájaro posado en la punta del caballete de la casa emitiendo un canto muy melancólico. Todos los habitantes del barrio Lujan aseguran que es Pedrito transformado en ave, ya que tupa lo tuvo compasión y le concedió el sueño de volar.

 
Leyendas de las colonias

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