lunes, 24 de octubre de 2011

Autores Misioneros-Colonia Victoria

El sueño

La verdad me muero de sueños, esta luz tenue de la pieza me va trasladando a un lugar de ensueños.  Me veo corriendo por un campo enorme lleno de caballos volando, los árboles están boca abajo con las raíces tocando el cielo. Las palomas caminan por el césped, las serpientes crecen como frutas en los árboles. Lo más raro es que soy yo pero visto como mi padre y hablo con el tono de vos de  mi hermano mayor. Qué raro es todo aquí, grito tan fuerte y el vacío ni siquiera un maldito eco reproduce. ¿Dónde estoy?  ¿Vivo o sueño? ¿O sueño mientas vivo?  Me detengo en el centro del campo y subo al cielo para apreciarme, y logro ver que desde lo alto soy apenas un insignificante punto. De cansancio me siento sobre una blanda roca. De repente miro al norte y veo a una persona idéntica a mí. Más bien, soy yo. Ese yo se saluda con todo el mundo, se abraza, ese yo tiene un comportamiento libre al público y es accesible a todo el mundo. Lo más llamativo de ese yo, es que viste con un zapato negro, un pantalón bordó y una camisa blanca, y por estar vestido de tal forma lo llaman profesor. Qué interesante es ver mi otro yo ahí rodeado de personas de toda clase. A ese yo público, social todos lo quieren y lo llaman amigo, compañero, locutor, maestro.

Después de varios ratos, al sur, aparece otra persona también idéntica a mí. Lo que contrasta  con mi otro yo libre y público, es que este viste con una remera, un short verde y lleva puesto una ojota blanca. Errante va de un lado para el otro como si estuviera desorientado. Lo rodean varias personas que intentan ayudarlo, le brindan palabras de aliento, lo toman de la mano para orientarlo, pero él sin importarle absolutamente nada, sigue su infinito camino perdido y sólo. Pareciera ser que él mismo ignora parte de sí, pero eso que él ignora es lo  que los demás conocen de él. Todos tratan incentivarlo, de mostrarle un camino pero él omite toda ayuda. << ¡Qué interesante ese chico!>> me dije a mi mismo y volví la cabeza hacia otro punto cardinal.

A mi costado derecho, aparece otra persona. Esta vez todos lo miran con suma curiosidad, nadie se acerca a él, todos toman distancia. Una vez más aparece mi otro yo, pero esa vez distinto a los dos primeros. Atraviesa en silencio a la multitud, no saluda a nadie. En un abrir y cerrar de ojo, pude divisar cómo ese personaje, casi misterioso, comienza a montar una carpa entre la muchedumbre. Luego comienza a introducir en su “casa rodante” elementos muy extraños, que en este momento no logro recordar qué eran. Lo que si recuero fue, que entre sus pequeñas cosas, metió una hoja de carpeta, un lápiz y una goma, eso nada más. Una vez dentro de la cubierta, comenzó a escucharse llantos, risas, gritos de júbilo, silencio y ruido al mismo tiempo. La gente, expectante de lo que ocurre, comienza a asomarse cada vez más para tratar de saber qué ocurre allí dentro. La multitud adoptó otra actitud con el joven, de saber tanto sobre los otros (sobre mis otros yoes) pasaron a no saber nada de él. Ese no yo,  dejaba al descubierto un área oculta para los demás. Al rato se escuchó que mi otro yo comenzó a decir << ¡Aléjense de mi carpa, aquí hay cosas que sólo yo conozco y que  ustedes desconocen. No me pregunten a qué me refiero. Pero sí les aseguro que tengo miedo del exterior, si ustedes llegaran a saber mis sentimientos, mis percepciones y opiniones acerca del mundo y sobre lo que pienso sobre ustedes mismos, seguramente querrán atacarme, rechazarme o querrán ejercer sobre mí algún tipo de acción! ¡Aléjense por favor les pido, déjenme sólo!>> dijo y copó el lugar un espantoso silencio. <<Qué raro>> me dije asombrado por lo que escuché. Por un lado me pareció bueno que ese misterioso yo oculte lo que le pasa, pero por el otro ¿Cómo sabe él que los demás querrán lastimarlo a dañarlo? ¿Por qué no se deja ayudar por los demás? Bueno, no importa sólo yo entiendo estas locas preguntas.

Después de filosofar un poco, un caballo pasó nadando entre las nubes. Todo me pareció de otro mundo, como si estuviera soñando. En un momento me di un fuerte pinchazo pero no sentí nada, eso sí que  me asustó bastante. De pronto, a mi costado izquierdo, aparece otro muchacho, nuevamente igualito a mí. Como un verdadero atleta se aproxima corriendo hacia la multitud, levanta una piedra y saca una silla de ruedas en el cual se sienta y prefiere permanecer para siempre. << ¡Sos loco vos, cómo vas a preferir estar en una silla de ruedas sabiendo que tenés unos hermosos pies, sé consiente de eso, tarado! >> Le dijo una de las personas, pero él giró la mirada hacia otro lugar. Entre la gente sale una persona adulta, lo mira fijamente cómo si lo conociera de alguna parte. Verdaderamente es raro ese “tarado” tiene un rostro de niño cubierto de una larga barba, musculosos brazos sujetos de un cuerpo de adolescente y lleva puesto unos escarpines azules. << ¡Afirmo, es un tarado! >> dije en voz alta. Mi otro yo cuando me escuchó  decir eso, se largo a llorar fuertemente. Sin importarme un carajo y cansado de estar sentado mirando tantas tonterías decidí levantarme y volver a casa. << Qué raro ese joven, deja ver un área que ni él lo hubo explorado, su actitud manifiesta tiempos de su infancia y ni hablar de su fisonomía>> me dije a mi mismo riéndome de aquella ridícula situación.

Caminé aproximadamente dos horas hasta llegar a mi casa, pero antes de arribar el suelo comenzó a temblar haciéndome mover de un lado a otro, intenté correr y me comí un porrazo contra el suelo. De dolor comencé a llorar, busqué la llave de luz en toda mi pieza y por fin lo halle cerca del ropero, lo encendí y al darme cuenta me reí de mí mismo, porque todo fue un maldito sueño. El golpe en mi cabeza fue por haberme caído de la cama y no por huir del terremoto o qué se yo lo que fue  ese temblor.

Fin

Autor: PORTILLO GUSTAVO DARÍO

El cuento tiene como base la Ventana de Johari. La misma trata de explicar cómo deben procurar tolerarse mutuamente las diferencias en las distintas áreas de nuestra personalidad, con el fin de mejorar las relaciones interpersonales, a través del conocimiento de uno mismo y de los demás.


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